Una de las grandes ventajas que pueden decantar la balanza ante un posible comprador que tiene que decidir entre un coche eléctrico y uno de gasolina es el mantenimiento y su coste.
Pese a que hay elementos que se tienen que revisar con la misma asiduidad en ambos tipos de vehículos, el mantenimiento de un coche eléctrico es más barato porque hay menos piezas.
En un motor eléctrico se usan imanes permanentes o propulsores de inducción, simplificando sus elementos a un eje, un rotor, un sistema de bobinado, escobillas, cojinete y estator. Al ser todo piezas fijas, salvo el rotor, el desgaste es nulo.
Un motor de combustión tiene cerca de 30.000 piezas, siendo un gran número de éstas móviles y, por tanto, susceptibles de romperse o agotar su vida útil. Piezas como el sistema de correas o las bujías.
Hay diferentes estudios y compañías que arrojan sus propios informes y cifras sobre este supuesto. De media, se estima que el ahorro en el mantenimiento de los vehículos eléctricos es de hasta un 25% respecto al de uno de combustión.
Eso, por supuesto, siendo el mantenimiento de los coches eléctricos el foco de este post, ya que hay más opciones para ahorrar con estos vehículos: ventajas a la hora de aparcar, beneficios fiscales, subvenciones, ahorro a la hora de repostar, etc.
Para sintetizar el punto anterior, aquí dejamos la lista de piezas o conjunto de piezas que comparten y los que no.
Para empezar, los que te ahorrarás en el mantenimiento de tu coche eléctrico si lo adquieres:
Además, la lista de piezas que, independientemente del tipo de vehículo que poseas, sí tienes que revisar periódicamente:
Un elemento móvil que sufre mucho menos en eléctricos que de combustión son los neumáticos. Pese a su peso, que es superior, los vehículos eléctricos cuentan con un par total en todo momento, ofreciendo una entrega mucho más lineal. Esto hace que rebaje su desgaste.
Por otra parte, los coches eléctricos cuentan con un sistema de frenada regenerativa. Esto significa que, al levantar el pie del acelerador, la velocidad se reduce de forma más pronunciada, ahorrando en uso de pastillas de freno o discos.
Como en todo, no puede haber sólo ventajas. En el mantenimiento de un coche eléctrico hay que tener en cuenta ciertos elementos que tienen un nivel de uso más alto que en sus homólogos de combustión.
Al tener un peso mayor que un coche medio de combustión, la amortiguación sufre más y disminuye su vida útil, siendo necesario su cambio en un menor espacio de tiempo.
El sistema de refrigeración tiene que mantener la temperatura en el motor, batería y cargador, por lo que su sustitución es más temprana respecto a los vehículos tradicionales.
Además, cuentan con dos baterías, una que comparte con los coches térmicos (de combustión) y la que se usa para propulsar el vehículo, la batería de tracción. Ésta es uno de los elementos más caros del vehículo.
Este elemento, pese a haberlo dejado para el final, es la principal diferencia con un modelo de combustión. Sin entrar a valorar la autonomía con la que cuenta o que los nuevos modelos cuentan con más vida útil (entre 160.000 y 200.000 kms), este elemento es el más caro en este tipo de vehículos.
Una opción que dan muchos fabricantes a la hora de comprar sus vehículos es la de alquilar la batería, rebajando el precio del coche eléctrico. Por ejemplo, Renault ofrece una garantía ilimitada en sus baterías eléctricas a cambio de una cuota mensual. Con este sistema, si hay algún fallo o disminución del 75% de su capacidad, la casa lo cambia sin coste adicional.